Deseo secreto bajo las estrellas

Life Lessons

**El Deseo Cumplido**

Alquilamos un piso casi en pleno centro de Madrid.
¿Te gusta? pregunté, apenas abriendo la puerta ante ella.
El apartamento era enorme, lujoso.
¡No me lo puedo creer! se sorprendió. Esto es increíble. ¡Mira qué vistas desde la ventana! Pero ¿no será una barbaridad de caro?
Curiosamente, no tanto. Un anciano me lo alquiló. Dijo que vive fuera de la ciudad, en una vieja casa de campo.
Bueno, da igual. Me encanta. Me miró con esos ojos cálidos y traviesos, de un marrón oscuro.

Por la mañana, me fui temprano. Ella, tras tomar un café, quedó con sus amigas.
Después de mi partida, se sintió incómoda en aquel hogar ajeno, aún sin amoldar. Un par de veces tuvo la sensación de que alguien estaba detrás de ella, pero apartó esos pensamientos. Tras hacerse unos cuantos selfis con los cuadros y antigüedades de fondo, se vistió y salió.

Las amigas admiraron las fotos sin parar de hablar:
¡Dios mío, qué lámpara! Es una pasada.
Mira esos cuadros Oye, ¿y eso? Parece que hay alguien detrás de ti.
Ella miró la foto. En efecto, tras su espalda se distinguía una silueta borrosa de una anciana.
¿Qué es eso? sus amigas se miraron.
Dejadlo ya, solo es una sombra. Sonrió forzadamente, pero el malestar volvió. Recordó sus miedos de esa mañana.

La semana pasó volando. Por las tardes, paseaban por el centro, la ribera, compraban helados y volvían a casa. Poco a poco, se acostumbró al nuevo hogar.

Un fin de semana llovió sin parar. No salieron. Pidieron pizza y vieron películas antiguas. Yo me quedé dormido en el sofá, y ella también se echó una siesta junto a mí.

Un trueno la despertó. Un relámpago iluminó la habitación y vio a una anciana frente a ella. Yo seguía dormido, mientras ella, paralizada, no podía hablar.
¿Qué tal, jovencita? ¿Te gusta vivir aquí? susurró la anciana, y sin esperar respuesta, añadió: ¿Has pedido un deseo en tu nuevo hogar?
N-no tartamudeó, encogiéndose en el sofá.

*¿Qué deseo? Tenemos un buen sueldo, incluso alquilamos nuestro pequeño apartamento. Lo único el bebé. Varios tratamientos de fertilidad, sin resultado.* Todo pasó por su mente en un instante. Otro trueno la sobresaltó. El relámpago alumbró de nuevo la habitación, pero la anciana había desaparecido.

No supo cuándo se durmió.
La mañana llegó con un sol radiante y un cielo azul. Solo las gotas de lluvia en los cristales recordaban la tormenta.
Qué bien he dormido en el sofá, ¿y tú? pregunté, preparando el café.
Yo también sonrió. Se sentía genial. Lo de la noche anterior parecía un sueño.
Por cierto, ¿qué tal el piso? Me he acostumbrado.
A mí también me encanta. Es como estar en casa. No quiero cambiarlo.

Unos años atrás, tras otro tratamiento fallido, el psicólogo nos recomendó mudarnos. Para renovarnos. Era nuestro tercer alquiler.

Llegó Navidad. El 31 de diciembre, avisé que el dueño pasaría por el dinero del próximo semestre.
Qué raro dijo ella. En Nochevieja, por la tarde.
Bueno, es mayor, excéntrico. Que venga.

El anciano llegó al anochecer, con un pastelsu favorito en las manos. Tuvimos que poner la tetera. Charlamos mientras la nieve caía fuera. De pronto, ella propuso:
¿Por qué no se queda a celebrar con nosotros? Con esta nevada, ¿adónde va a ir? Y así no estamos solos bueno, casi no corrigió, sonriendo feliz.

Sonaron las campanadas. Cohetes estallaban fuera, iluminando el espejo de la sala. Y entonces, en su reflejo, volvió a ver a la anciana. Le sonrió, le hizo un gesto con la mano y se desvaneció entre los fuegos artificiales. Ella le devolvió la sonrisa y le saludó discretamente.

Nunca más la volvió a ver.

**P.D.**
Años después, paseando por la Castellana, me encontré a un viejo conocido.
¿Te acuerdas de esa pareja que alquilaba el piso cerca de aquí? le pregunté. ¿Qué fue de ellos?
¡Ah, sí! Qué curioso, siguen viviendo allí. Pero aquí viene lo bueno: el dueño, el anciano, ahora vive con ellos. Está muy mayor, pero cuida a su niño como si fuera su nieto. Su mujer murió, y no tuvieron hijos.

Cosas de la vida.

**Lección:** A veces, los deseos se cumplen de las formas más inesperadas. Basta con dejar que la magiao la vida actúe.

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