**Diario de un vecino**
Ana iba a verla cada dos días. Le dejaba comida y agua junto a la cama y se marchaba.
Tengo una vecina que se llama Ana. Su madre, doña Carmen, lleva años viviendo sola. En otros tiempos, era una cocinera excelente. Con mucho gusto preparaba platos y postres para toda la familia, y siempre compartía con los vecinos.
Sin embargo, Ana se avergonzaba de su madre porque era una mujer humilde, del campo, que había trabajado la tierra toda su vida. Después de que su marido falleciera, doña Carmen se quedó sola. Ana apenas la visitaba. Con el tiempo, su madre empezó a olvidarse de las cosas, incluso a decir disparates.
Un día, Ana fue a verla y notó un fuerte olor a quemado en la casa. Resultó que doña Carmen había olvidado apagar el horno.
¿Qué demonios haces? ¿No sabes ni calentar la comida? ¡Vas a prender fuego a la casa! gritó Ana.
Cariño, lo siento ¡Es la primera vez que me pasa! se disculpó su madre.
Con los meses, su salud empeoró. Le costaba caminar, incluso por la casa. Un día, llamó a Ana y le dijo:
Anita, no me encuentro bien ¡Me ha subido la tensión! ¿Puedes venir?
¿Qué soy yo, el médico? ¡Llama a una ambulancia! respondió Ana y colgó.
Después, doña Carmen dejó de salir de casa y Ana tuvo que ir cada semana. Le compraba la comida más barata, hacía alguna limpieza rápida y sacaba la basura. Pero siempre se enfadaba mucho:
No entiendo cómo puedes vivir así. Estás sola y lo dejas todo patas arriba. ¿No te da vergüenza?
Lo habitual era que Ana saliera dando un portazo. Al final, su madre ni siquiera se levantaba de la cama. Ana iba cada dos días, dejaba algo de comer y se marchaba. Hasta que un día llegó y doña Carmen ya no estaba. Tras el funeral, Ana comenzó a visitar su tumba con frecuencia.
No paraba de repetir:
¡Cuánto echo de menos a mi querida y adorada mamá! ¡Era la persona más importante del mundo para mí!
¿De verdad solo recuerda lo bueno? ¿Ha olvidado que la descuidó, que no quiso ayudarla, que no quiso cuidarla? ¿Cómo es posible?
**Lección:** A veces, valoramos lo que perdemos demasiado tarde. La paciencia y el cariño no deberían esperar a que sea imposible darlos.







