EL BANCO DEL HOMBRE QUE NADIE VEÍA Cada mañana, cuando el sol empezaba a pintar de oro los tejados de Madrid, Tomás salía de su pequeño piso en un edificio
EL BANCO DEL HOMBRE QUE NADIE VEÍA Cada mañana, cuando los primeros rayos del sol apenas rozaban los tejados de Madrid, Santiago se levantaba de su pequeño
EL GATO QUE ESPERÓ HASTA EL FINAL En un pequeño café de la calle Serrano, escondido entre edificios antiguos de ladrillo rojo y callejones estrechos, apenas
En una pequeña cafetería en la calle Velázquez, escondida entre edificios antiguos de ladrillo y callejuelas estrechas, apenas había espacio para unas pocas mesas.
EL BANCO DEL HOMBRE QUE NADIE VEÍA Cada amanecer, cuando el sol apenas doraba los tejados de Madrid, don Tomás se levantaba de su modesto piso en un edificio
EL GATO QUE ESPERÓ HASTA EL FINAL En una pequeña cafetería de la calle Velázquez, escondida entre antiguos edificios de ladrillo y callejuelas estrechas
¡Oye, escucha esto! Elena se quedó un ratito más mirando el atardecer desde el ventanal del salón, con una taza de té ya frío entre las manos.
Elena permaneció unos instantes más contemplando el ocaso desde el ventanal del salón, con una taza de té ya frío entre sus manos. Los últimos destellos
**La Batalla Silenciosa** Hoy me quedé unos minutos más contemplando el atardecer desde el salón, con una taza de té frío entre las manos.
Madrid, 1971. La ciudad despertaba bajo un manto gris de niebla matutina. Las calles estaban mojadas por la lluvia de la noche anterior, y las farolas









