Despedida Rápida: Un Adiós desde el Coche y el Regreso a Casa…

Life Lessons

**Diario de un Adiós Inesperado**

Bajé del coche y me despedí con cariño de mi amante antes de dirigirme a casa. Al llegar, me detuve un instante frente al edificio, preguntándome cómo revelarle todo a mi esposa. Subí las escaleras y abrí la puerta con la llave.

Hola dije, intentando sonar normal. ¿Estás en casa, Carmen?
Aquí respondió ella, sin levantar la voz. ¿Quieres que empiece a freír los filetes?
Me juré a mí mismo que sería directo, con firmeza, como debe actuar un hombre. Era hora de acabar con mi doble vida, antes de que los besos de mi amante perdieran su calor, antes de que la monotonía me devorara otra vez.

Carmen aclaré mi garganta, tenemos que separarnos.
Su reacción fue sorprendentemente fría. Siempre fue difícil de alterar, por eso la llamaba cariñosamente “Carmen de Hielo”.

¿En serio? preguntó desde la cocina. ¿Entonces no frío los filetes?
Como prefieras contesté. Si quieres, fríelos. Si no, no. Me voy, estoy con otra persona.
Cualquier otra esposa habría tirado algo a la cabeza de su marido. Pero Carmen no era como las demás.

Vaya, tú y tus caprichos suspiró. ¿Trajiste mis botas del zapatero?
No me sentí ridículo. Si es importante, puedo ir a buscarlas ahora mismo.
Ay, Javier murmuró ella. Si mandas a un tonto por botas, volverá con las viejas.
Me ofendí. El anuncio de la separación no salía como esperaba. ¡Todo era tan frío! Pero, ¿qué más podía esperar de una mujer llamada Carmen de Hielo?

¡Carmen, parece que no me escuchas! exclamé. Me voy a vivir con otra mujer, ¡y tú solo hablas de botas!
Claro contestó. A diferencia de mí, tú puedes irte donde quieras. Tus botas no están en reparación. No tienes ataduras.
Llevábamos años juntos, pero aún no sabía si hablaba en serio o con ironía. Me enamoré de ella por su carácter tranquilo, su habilidad para evitar peleas y su manera de decir mucho con pocas palabras. Además, su encanto y sus habilidades en casa terminaron de convencerme.

Carmen era firme, leal y fría, como un ancla. Pero ahora amaba a otra. ¡Una pasión ardiente, prohibida y dulce! Era hora de poner punto final y comenzar una vida nueva.

Carmen, te agradezco todo, pero me voy. Amo a otra mujer, no a ti.
¡Qué sorpresa! exclamó. No me amas, ¡vaya novedad! Mi madre adoraba al vecino, mi padre amaba el dominó y el vino. ¿Y qué? Mira en lo que me he convertido.
Sabía que discutir con ella era inútil. Cada palabra suya pesaba como una losa. Mi determinación se desvaneció.

Eres increíble, Carmen dije, resignado. Pero amo a otra, con un amor ardiente y prohibido. Me voy, ¿entiendes?
¿Otra? preguntó. ¿Es Laura Montes?
Retrocedí. Hace un año, tuve un affaire con Laura, ¡pero nunca creí que lo supiera!

¿Cómo sabes eso? empecé, pero me detuve. No importa. No es ella.
Carmen bostezó.

¿Entonces es Patricia Ruiz? ¿Te irías con ella?
Un escalofrío me recorrió. También tuve algo con Patricia, pero era pasado. Si lo sabía, ¿por qué no dijo nada? Ah, sí Carmen era de hierro.

No, no es Patricia ni Laura. Es otra, la mujer de mis sueños. No puedo vivir sin ella. ¡Estoy decidido!
Entonces debe ser Sonia murmuró. Vamos, Javier ¡qué mal guardas los secretos! Tu sueño es Sonia Herrera. Treinta y cinco años, un hijo, dos abortos ¿A que sí?
Me cubrí la cara con las manos. ¡Era ella! Tenía un romance con Sonia Herrera.

¿Cómo lo sabes? balbuceé. ¿Alguien nos delató? ¿Me seguías?
Sencillo, Javier respondió. Soy ginecóloga y he examinado a casi todas las mujeres de esta ciudad, mientras que tú solo a unas pocas. Con ver lo necesario, te descubrí.
Intenté recuperar la compostura.

¡Supón que tienes razón! Da igual. Me voy con ella.
Eres un ingenuo, Javier dijo Carmen. Podrías haberme preguntado antes. No hay nada especial en Sonia, todo igual que las demás, y lo digo como médica. ¿Viste su historial?
N-no admití.
Pues bien. Ve a ducharte. Mañana hablaré con el Dr. Méndez para que te atienda sin esperas dijo, secamente. Luego hablamos. No es normal que el marido de una médica elija parejas poco saludables.
¿Qué debo hacer? pregunté, desconcertado.
Voy a freír los filetes respondió. Tú, dúchate y haz lo que quieras. Si buscas una musa perfecta, sin problemas, habla conmigo. Puedo recomendarte alguna

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