**Vivir a Plenitud a los 70 sin Ser Madre**
Hoy reflexiono sobre mi vida, y aunque no tuve hijos, no quiero que nadie sienta pena por mí. Al contrario, me siento profundamente feliz con el camino que elegí.
Hace unos meses, en la sala de espera del dermatólogo, conocí a una mujer que me hizo ver las cosas de otra manera. Iba impecablemente vestida, con un estilo elegante que llamaba la atención. A primera vista, parecía de unos 65 años, pero al hablar, confesó que ya había cumplido los 70.
Me contó que se había casado dos veces. El primero fue con un hombre que, al principio, aceptó su decisión de no ser madre. Pero cuando ella llegó a los 30, él insistió en tener hijos. Como ella nunca cambió de opinión, terminaron divorciándose.
Su segundo matrimonio fue distinto. Él ya tenía una hija de una relación anterior, así que la presión por la maternidad no existió. Vivieron en armonía hasta que él falleció, y desde entonces, ella habita sola en una casa amplia. Pero la soledad, dice, no la agobia.
Mucha gente cree que los hijos son el sostén en la vejez, pero ella no está de acuerdo. Los hijos tienen sus propias vidas, sus caminos. No quiso ser madre precisamente por eso. No se arrepiente. Disfruta su independencia, su libertad, y cubre sus necesidades sin depender de nadie.
“Si necesito un vaso de agua, puedo pagar a alguien que me lo traiga”, dijo con una sonrisa irónica.
¿Qué piensas de su forma de vivir? Su historia demuestra que la plenitud no depende de seguir tradiciones, sino de elegir lo que realmente nos hace felices. La satisfacción está en darle sentido a nuestra existencia, con o sin hijos.
