Cuando volvíamos del mercado con mi madre, fui yo quien lo vio primero. No estaba bajo el banco, como suelen hacer los perros cansados o callejeros, sino
¿Te veo, no te escondas? ¿Qué haces en nuestro portal? El gato la miró con arrepentimiento, mientras acomodaba en silencio sus patas entumecidas por el
¡Te veo, no te escondas! ¿Qué haces en nuestro portal? El gato la miró con culpabilidad mientras, en silencio, movía sus patas entumecidas por el frío
Cuando Ana tiró del cordel que sujetaba el saco, la tela se deslizó lentamente, susurrando en voz baja. Por un instante, pareció que del interior emanaba
Eh, tú, no te escondas. ¿Qué haces en nuestro portal? El gato la miró con culpa mientras, en silencio, acomodaba sus patitas entumecidas por el frío al
Lucía caminaba despacio sobre el césped perfectamente cortado, como si pisara un escenario. Cada uno de sus movimientos era preciso, calculado al milímetro.
Catalina avanzó lentamente sobre el césped perfectamente cortado, como si pisara un escenario. Cada uno de sus movimientos era preciso, calculado al milímetro.
El pequeño gato gris estaba sentado frente a la puerta de la clínica veterinaria. Lloraba, y a sus patas yacía un gatito diminuto Una mujer paseaba tranquilamente
La noche que salí a la calle, no sabía adónde me llevaría el camino. La maleta pesaba como si estuviera llena de piedras, pero la apretaba con fuerza
Catalina avanzó con lentitud sobre el césped perfectamente cortado, como si pisara un escenario. Cada gesto suyo era preciso, calculado con frialdad.









