El se negó a casarse con su novia embarazada. Su madre lo apoyó, pero su padre defendió al futuro niño.
Padre, tengo una noticia. La vecina, Lirio está embarazada. Es mío dijo Jorge, apenas entrando en la casa.
Víctor, su padre, se detuvo un momento y luego respondió con calma:
Entonces cásate con ella.
¿Qué dices? Soy demasiado joven. No es el momento para una familia, además, ni siquiera hemos salido mucho
¿En serio? resopló el padre con amargura. Así que para perseguir chicas eras todo un hombre, pero cuando hay que asumir responsabilidades, te haces el niño. Muy bien. Y sin añadir más, llamó a su esposa con voz fuerte: ¡Carmen! ¡Ven un momento!
Carmen entró en la cocina, secándose las manos en el delantal:
¿Qué pasa?
Escucha. Nuestro hijo ha dejado embarazada a Lirio, la hija de los vecinos, y no quiere casarse. Y él se esconde como un ratón.
Carmen ni siquiera pareció sorprendida. Su rostro se endureció:
Y hace bien. ¿Para qué traer a la primera que aparece? Estas chicas son astutas encuentran a alguien con más dinero, se dejan llevar y luego vienen con el “¡cásate conmigo!”. Además, ¿quién sabe si es realmente suyo? Que se haga una prueba. Y tampoco hay que presionar a Jorge, todavía es joven. Es hombre, es difícil resistirse. Pero no estamos obligados a criar a los hijos de otros.
Víctor suspiró hondo y habló con voz baja:
Pero ¿y si realmente es su hijo?
¿Y qué? ¿Nosotros tenemos que cargar con eso? Que haga las pruebas, y sabremos la verdad.
Se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a Víctor solo con su hijo.
Sabes, yo también fui joven comenzó él. Amé a otra, pero me casé con tu madre. No por amor, sino por responsabilidad. Porque ser hombre no es solo pasión, es elección y consecuencias. Ella estaba embarazada. No sabía si podría estar con ella, pero sí sabía una cosa: el niño no tiene culpa. Mi sangre, mi conciencia. Y, Jorge, aunque no fue fácil, nunca me arrepentí de quedarme.
Pasaron tres meses. La prueba de ADN lo confirmó: con un 99,9% de probabilidad, Jorge era el padre del hijo de Lirio.
¿Y qué? se rio Carmen cuando Víctor puso el papel frente a ella. Sí, es el padre. Pero eso no significa que Lirio viva en esta casa. ¡Que no ponga un pie aquí! ¡Lo he dicho!
Jorge se quedó quieto, mirando sus manos. En su rostro se veía claro: había elegido el lado de su madre. Callaba, apretaba los puños, pero no decía una palabra.
Víctor se levantó lentamente de la mesa:
Si ustedes dos ya han decidido, ahora escúchenme a mí.
Hablaba despacio, pero con una voz que cortaba como un cuchillo:
Mientras yo viva, mi nieto no carecerá de nada. Tengo tierras, construiré una casa, y él mi nieto recibirá todo lo que he acumulado. Y ustedes dos no obtendrán nada más de mí. Me niego a ser parte de esta vergüenza. Jorge, a partir de hoy ya no eres mi hijo. Todo lo que tengo será para el niño. Ni un solo euro más recibirán.
Carmen estalló:
¿Te has vuelto loco? ¿Vas a desheredar a tu propio hijo?
Víctor no respondió. Solo se dio la vuelta y se marchó, ignorando los gritos y maldiciones. Jorge se quedó de pie, sin poder creer lo que acababa de oír. Pero lo sabía bien: si Víctor lo había dicho, así sería.
La vida enseña que las decisiones tomadas por egoísmo dejan cicatrices, pero las tomadas por responsabilidad siembran legados.







