Rita recoge sus cosas y se va de tu lado. —¿Adónde? —¿A ti qué más te da? Tú también desocupa el piso, es de mi padre y mío. Lo voy a alquilar. No quiero vagos aquí. Búscate otra casa.

Life Lessons

**Diario de un Hombre**

María estaba recogiendo sus cosas para irse. ¿Adónde? ¿A ti qué más te da? Tú también desocupa el piso, es de mi padre y mío. Lo voy a alquilar. No necesito vividores aquí. Búscate dónde vivir.

María llegó a casa del trabajo y, otra vez, encontró a su marido de juerga. No estaba solo, sino con amigos. En la mesa estaban el vecino Pedro y Nicolás, su hermano. Nicolás había venido de visita, y ya llevaban tres días celebrando sus vacaciones.

Vicente, el marido de María, casi nunca se emborrachaba. Muy rara vez, ni siquiera en fiestas. Pero esta vez era la visita de un amigo, el grupo reunido. Vicente sabía que no estaba bien, pero no podía negarse.

¿Eres mi amigo o no? no paraba de repetir Nicolás.

Vicente, despide a tus amigos y vete a dormir. Ya no se tienen en pie.

¡Cállate, mujer! gritó Nicolás.

Mari, ahora mismo nos vamos susurró Pedro, levantándose de la mesa.

¿Cómo te atreves a hablarle así a mi esposa?

Tranquilo. Todos a sus casas. A la calle.

María empujó a los invitados hacia la puerta, a su marido al sofá, y se puso a limpiar. Pronto llegaría su suegra. ¡Que vea en qué andaba su hijo!

María terminó todo antes de que llegara doña Teresa. Incluso preparó algo rápido para cenar, porque los invitados habían devorado lo que había. Lo que quedaba en la mesa fue directo a la basura.

Teresa, Marisol, ¡qué ganas tenía de verlas!

Mamá, la abuela tiene un gatito. Es pelirrojo. El abuelo dice que es un pillo.

¡Marisol!

El abuelo lo dice.

Lavaos las manos, que vamos a cenar y tomar algo.

¿Y dónde está Vicente? Lo llamé, pero no contestó.

Durmiendo. Tercer día de fiesta con el vecino. Llego del trabajo y los echo, pero por la mañana vuelven. Casi dan ganas de dejarlo fuera sin llaves. Antes de que viniera el hermano de Pedro, todo iba bien. Pero resulta que se ha mudado. El piso es de los dos. La mujer de Pedro no deja juergas en casa tienen niños pequeños, así que vinieron aquí.

Son amigos desde el colegio. Cuando nos mudamos aquí, se hicieron inseparables. No se puede cortar así porque sí. Deberíais mudaros.

¿Adónde? La casa nueva aún no está terminada, aunque falta poco. Habrá que ir a ver. ¿Y cómo dejar a Vicente?

Él solito volverá.

¿Quién va a volver? apareció Vicente en la puerta de la cocina.

Tú. ¿Quién si no? Ahí estás, olfateando la comida.

No quiero nada.

Mejor. María está haciendo las maletas y se va.

¿Adónde?

¿A ti qué te importa? Tú también desocupa el piso. Es de mi padre y mío. Lo alquilaré. No quiero vividores. Búscate un sitio.

¿Qué sitio, madre? Nicolás se quedó pasmado. La casa nueva está en obras.

¿La casa? Piénsalo, ¿de quién es? ¿Quién puso el dinero? Exacto: María y tú. Pero tú pusiste nuestro dinero. En esa casa vivirán María y Marisol. María, no te quedes ahí, recoge tus cosas y las de Marisol.

¡No te llevas a mi hija!

Vaya susto me has dado.

Es mía. María no tiene nada que ver.

¿Y cuando le hizo de madre, sí contaba? ¿No te da vergüenza? ¡Ella es su madre! Y no hables así delante de la niña. Mejor recoge tus cosas.

Madre, soy tu hijo. ¿Y yo?

¿Y qué? Mañana el piso tiene que estar vacío. Ahora nos vamos las tres.

¿Adónde?

A ver su casa y dar prisa a los albañiles. Falta poco. Encargaremos los muebles.

¿Y yo?

¿Por qué te preocupas tanto? Tienes amigos, que te acojan.

No, esto no puede ser.

Ya está dicho. María, ¿todo listo? Pues vamos. Coge las llaves del coche.

¿De mi coche?

¿Prefieres que vayamos a pie? Tú no estás para conducir.

Ahora iremos a casa, y mañana veremos lo de la casa dijo la suegra. Son los fines de semana. Descansaremos. Y que él piense.

Por la mañana, Vicente estaba en la puerta de la casa de sus padres con sus maletas. Con su madre, las bromas eran malas. Si ella decía algo, así sería.

¿Qué quieres?

Madre, dijiste que desocupara el piso. Ya está. Me quedaré aquí hasta que encuentre algo. Vendré por Marisol y María. ¿Dónde están?

Aquí, pero pronto iremos a ver su casa.

Las he buscado por todas partes. Madre, hablemos. La culpa es mía. Son los hermanos. Conoce a Nicolás y Pedro, no hay manera de zafarse.

Por eso no vivirás más allí.

María y Vicente se reconciliaron. Ella estaba dolida, pero le creyó.

Se acabó. Ni vecinos, ni amigos.

Mira, si no, no verás a Marisol. Se quedará conmigo. Y el hijo también…

¿Hijo? ¡Hijo! Hay que terminar la casa. ¡Debo decírselo a mi madre!

No grites, ya lo sabe. Quizá no sea hijo, sino otra hija. Aún es pronto.

Da igual, hija o hijo. ¡Eres mi Mari! Vicente la levantó en brazos y la hizo girar.

Con cuidado. Bájame.

La familia se mudó a la casa nueva. El hermanito de Marisol nació justo después.

Marisol, ven a ver a tu hermano dijo la abuela.

¡Qué pequeño! El mío es más grande. Mamá me lo regaló. Ahora somos dos mamás. ¿Verdad, abuela?

Sí, pequeña.

No soy pequeña. Él lo es. Y mamá prometió que tendríamos un pillo peludo. Bueno…

¡Marisol!

El abuelo lo dice…

**Lección aprendida:** A veces, las lecciones más duras llegan de quienes más nos quieren. La familia no se elige, pero el respeto y las prioridades, sí.

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