¡Porque no tienes derecho a molestar a una chica joven! saltó Valerio.
¿Quééé?
¡Le has llenado la cabeza a Anastasia! ¿Crees que no se nota que para ti no es solo una hijastra?
Pedro no pudo contenerse con una mano lo agarró por la chaqueta y con la otra se preparó para darle un buen puñetazo.
¡Pepe! lo detuvo la voz asustada de Anastasia. Él soltó al rival.
Pedro se casó con Lara cuando su hija, Anastasia, tenía diez años.
La niña recordaba bien a su padre biológico, fallecido dos años antes, y al principio desconfiaba del nuevo marido de su madre.
Pero Pedro supo ganarse su confianza.
No lo llamaba “papá”, pero el “Pepe” que salía de sus labios sonaba tan tierno y familiar que nadie dudaba de su cariño.
Y fue gracias a Anastasia que lograron salvar su matrimonio cuando, seis años después de la boda, Pedro cometió la estupidez de engañar a su mujer en una fiesta de empresa con una compañera, Inés.
Él solo había bebido de más, se dejó llevar por la euforia del momento y el éxito de un proyecto reciente
No recordaba mucho después, pero alguien se lo contó a Lara.
El escándalo fue monumental. Pedro se justificó y suplicó perdón.
Su esposa no quería escucharlo y amenazó con el divorcio.
Discutían mientras Anastasia estaba en el colegio, pero la niña, sensible y observadora, notó que algo andaba mal y se entristeció mucho.
Solo por Anastasia te perdono dijo Lara entre dientes. Pero es la primera y última vez.
Si se repetía, sería el divorcio.
Él mismo se maldijo mil veces, compensó su error dedicando más tiempo a la familia y respiró aliviado al ver que los ojos de su hijastra volvían a brillar de felicidad.
Pero la niña creció, y a los dieciocho años llevó a casa a un novio para presentarlo.
Valerio no le cayó bien a Pedro desde el primer momento: flaco, inquieto, arrogante, siempre con una sonrisa burlona.
Solo por Anastasia, que lo miraba con ojos enamorados, Pedro se contuvo.
Anastasia, ¿estás segura de que es el indicado? preguntó en voz baja cuando el novio se fue.
¿Qué pasa, Pepe, no te gusta? se entristeció ella. Es que no lo conoces bien. Valerio es muy bueno.
Pedro suspiró, pero forzó una sonrisa.
Ya veremos. No creo que hayas elegido mal.
Valerio, por su parte, notó la desconfianza de su futuro suegro.
Evitaba cruzarse con él, siendo educado a duras penas.
Pero pronto Pedro tuvo problemas mayores: Lara lo acusó de volver a engañarla con Inés.
¿Tan







