Mi hermano me invita a su cumpleaños, pero su mujer monta un escándalo

Life Lessons

**Diario de una tarde tormentosa**

Mi hermano Javier se casó hace seis años. Desde entonces, ni mis padres ni yo hemos vuelto a pisar su casa. Todos los cumpleaños, fiestas y reuniones familiares se celebran inevitablemente en casa de mis padres, en su amplio hogar en las afueras de Madrid. Mamá cocina montañas de comida, pone la mesa y luego llena tuppers de albóndigas caseras y ensaladas para que Javier y su mujer, Lucía, se lleven.

Cuando Javier llevaba poco tiempo casado, Lucía cumplió años. Mamá, entusiasmada, decidió prepararle una sorpresa: compramos una tarta, elegimos un regalo bonito y planeamos visitarlos. Mamá llamó a Lucía para avisarle, pero ella respondió fríamente, diciendo que no tenía planes de celebrarlo. Mamá, sin querer rendirse, insistió:

¡Solo pasaremos un momento, tomaremos un té y comeremos un trozo de tarta! No tienes que preparar nada, cariño.

Al final, fuimos igualmente. Pero en lugar de recibirnos con cariño, nos llevamos un susto: Lucía salió a la calle, murmuró algo sobre «la casa desordenada» y se negó a dejarnos entrar. Sorprendidos, le dimos la tarta y el regalo en el rellano y nos marchamos. Desde entonces, mamá organiza todas las celebraciones en su casa y tratamos de olvidar ese momento incómodo.

Lucía dijo una vez a mis padres sin rodeos:

Vosotros tenéis una casa grande, hay sitio de sobra para invitados. Nosotros vivimos en un piso pequeño, ¿cómo vamos a recibir a todos?

Tuve que morderme la lengua para no contestarle. ¿De verdad no se puede recibir a los suegros y a la cuñada en un piso pequeño? No es una multitud, ¡solo somos tres personas! Pero callamos para no crear más problemas.

Ahora Lucía está embarazada de cinco meses. Será el primer nieto de mis padres, y mamá, claro, está emocionadísima. Llama a Javier constantemente, preguntando por Lucía y si necesita ayuda. Pero hace poco supimos que Lucía dejó su trabajo al principio del embarazo. Mamá entró en pánico:

¿Le pasa algo? ¿Necesita que la ayude?

Javier la tranquilizó: a Lucía le iba bien, solo quería «descansar». Nos dejó confundidos. Javier y Lucía siempre vivieron a todo lujo: restaurantes, viajes, ropa cara. No tienen hipoteca el piso lo heredaron de la abuela de Lucía, así que gastaban todo en caprichos. Pero ahora, con Lucía sin trabajar, los ingresos han bajado mucho, y su estilo de vida peligra. Javier intentó hacerle ver que debían ahorrar, pero ella no parece dispuesta a renunciar a sus lujos.

Lucía le confesó a Javier que dejó el trabajo por miedo a «contagiar

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