La Soledad: Un Viaje a Través de la Introspección y el Silencio

Life Lessons

Araceli ha dejado de buscar pareja, su pretendiente la ha rechazado y ella se siente sola. Mejor que una relación gratuita que dura solo un verano, dice la gente.

¿Y tú qué haces sola, Araceli? le dice su amiga, cansada de sus quejas. El hombre no debe estar solo y la mujer siempre necesita a alguien. Si no, es como que falta una pieza del rompecabezas y al final nadie lo ve. ¿Sabes lo que es la soledad?

¿Qué? se ríe Araceli, irritada por su propio desánimo.

¡La soledad es una auténtica pesadilla! exclama María, su vecina, sin percatarse de la ironía. Cuando te apetece compartir una copa, los niños se vuelven tus amigos.

¿Dónde? pregunta Araceli, sin entender.

En el parque de la Fuente del Rey contesta María, dándose cuenta de que el tono de Araceli se vuelve más serio. Tú deberías seguir adelante, yo me ocupo de ti. No es fácil estar sola, pero el alma necesita compañía. Vamos a conocernos, ¿vale? Tu hombre es bueno, pero quien no se arranca con rapidez se queda sin nada.

Araceli lleva diez años sin pareja. Su hermano, que ella llamaba el buenazo, se marchó hace una década. Volvió una sola vez, pero solo para visitar a los dos hijos que tuvo con su exesposo. Él trabajó en la zona de la Albufera y la hija se casó y se mudó a la costa para acompañar a su marido. Araceli sigue viviendo sola en un pequeño piso del centro de Madrid.

Su vida solitaria no le causa vergüenza. Ha conseguido un trabajo estable como camarera en un bar de tapas, gana suficiente para vivir con comodidad y acoge a sus sobrinos y a María cuando lo necesitan. A pesar de no ser muy lista, siempre encuentra algo que hacer y su rutina nunca es aburrida. Lee mucho, nada, practica yoga, viaja de vez en cuando y participa en eventos de flamenco. En general, está satisfecha.

Hasta que llega el día en que María decide arreglar su destino

Escucha, Araceli. Un buen hombre, aunque aún sea joven, tiene sesenta y un año. Vuestra distancia son siete años. Una gran finca, buena, con huertos y ganado. Vacas, cabras, cerdos y gallinas, nada de falta. Eso es una alimentación sana: tomate, leche, huevos, carne. Vivirás mil años si te quedas. Además, el hombre es simpático, educado y habla como en los libros Araceli, al menos inténtalo. insiste la vecina, mientras Araceli no responde.

Vale, María, conoceré a tu vecino, el granjeroacepta. No le prometo nada.

Los tratos en el campo no cambian, dice el refrán. María no deja que el asunto se quede en un cajón y pronto organiza una reunión entre Araceli y el caballero.

El caballero resulta ser bastante atractivo. Fuerte, musculoso, bien vestido y con aspecto saludable. Tiene manos laboriosas, uñas cuidadas. Habla con tono firme, pero es amable y bromista. Su nombre es Juan, típico y fiable.

Al segundo encuentro, Araceli se vuelve curiosa con Juan. Piensa que una mujer sola necesita una buena compañía. Juan insiste en unirse a la cooperativa del pueblo, que tiene dos empleados de origen asiático y varios negocios que venden carne, leche y huevos. Juan le dice:

Mira, Araceli, tengo mucho trabajo. Necesito una esposa que ayude. Los empleados están bien. Si quieres algo bueno, hazlo tú misma. Tú serás la mujer que no pierda la oportunidad, y los hombres la admirarán. Necesitamos vacas para ordeñar, cabras, huevos. Y la casa sin mujer es un desastre. Yo mato el tiempo, pero la mujer y su mirada serán mejores que cualquier hombre. Viaja conmigo, ¿vale? La primavera está cerca, ya se pueden sembrar los cultivos. Los gallineros esperan

Araceli vuelve a casa y se queda pensando. ¿Qué le conviene? Tiene una granja preciosa en la zona, un trabajo rentable, una pequeña casa de campo donde en verano cultiva hortalizas y en invierno se dedica a la apicultura. Además, su propia granja le pertenece. Compró una camioneta hace ocho años. ¿Qué hará con la granja, limpiar los cerdos, ordeñar las vacas, o criar gallinas?

Mientras tanto, tiene que preparar la comida del marido, comprar los víveres, pagar la hipoteca, y mantener la casa limpia. Quiere que los ingresos de la granja sean buenos, pero también necesita descansar. Sabe que la pensión será suficiente, aunque tendría que ahorrar algo.

Todo eso es necesario para una vida cómoda. ¿Deberá seguir doblando la espalda en el campo, sembrar la col, y arrastrar la tierra con la pala? ¿O buscará otro camino?

Al final, Araceli llama a María:

María, no te enfades. Prefiero rechazar la propuesta de Juan. Puede que él sea un buen trabajador, pero yo no lo necesito. No quiere la mujer, busca fuerza física. Prefiero quedarme en mi soledad. Además, no quiero que el agua de la fuente se vuelva escasa para todos

María se despide, y Araceli escribe a Juan un mensaje de texto diciendo que ya no quiere seguir con la cita. Juan contesta al día siguiente, pero Araceli no le vuelve a contestar. Se levanta a las ocho de la mañana, se prepara, se sirve un café con una tostada y, mirando por la ventana, piensa que hace tiempo no ve a sus hijos. Debería ir a visitar al hijo y a la hija para el cumpleaños. También necesita comprar una bolsa para la ropa de invierno y llamar a su amiga Leonor para concertar una reunión.

Al final, Araceli se da cuenta de que todo está bien. Tiene una granja preciosa, un trabajo rentable, una pequeña casa de campo donde cultiva, y su propia vida. No necesita a nadie más para ser feliz.

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