Cuando ella servía algo del cazo, yo saqué del bolso pañuelos antibacterianos y empecé a limpiar los tenedores. Ella se dio cuenta”.

Life Lessons

17 de octubre, Madrid

Hoy he vuelto a la casa de mi tía, Doña Carmen, para entregarle unos documentos que necesitaba urgentemente. Sólo nos vemos en Navidad, pero una cuestión inesperada surgió y no he podido postergar la visita. Ella está enferma, aunque no por falta de recursos; su salud es frágil y eso me pesa más que cualquier asunto material. No me considero tacaña; siempre he creído que la limpieza y el orden son la base de una vida digna. Uno puede vivir modestamente, pero el hogar debe mantenerse en su justo estado.

Al entrar, lo primero que noté fueron los innumerables colectores de polvo que adornan la pared. Figuras de cerámica, juegos de té y tarros de conservas apilados en montones de varias decenas. En el baño, la caja de arena del gato, Miro, está allí, y mi tía la cambia apenas una vez a la semana. La basura se amontona a los pies, y el ambiente huele a aguas residuales y comida en descomposición.

Doña Carmen, intentando mostrarse amable, me ofreció algo de comer y empezó a poner la mesa. Mientras colocaba los platos, observé que estaban manchados. Cuando ella servía algo del cazo, saqué de mi bolso unos pañuelos antibacteriales y, sin pensarlo, comencé a pasar los tenedores.

Me vio. En medio de mi pequeño acto de limpieza, mi tía me preguntó, con una voz que mezclaba curiosidad y reproche:
¿No tienes hambre o no te gusta?

Me quedé paralizada, sin saber qué contestar. Me invadió una mezcla de culpa y vergüenza: ¿por qué sentir la necesidad de higienizar todo, aunque fuera sólo un gesto inconsciente? Me pregunto si alguna vez habré estado en una situación similar, obligada a ocultar mi incomodidad tras la apariencia de cortesía.

A veces pienso que mi obsesión por el orden no es más que una defensa contra el caos que la enfermedad de mi tía trae a mi interior. Quizá, al fin y al cabo, solo quiero que todo brille, aunque sea para sentirme un poco más en control.

Lucía.

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