Alquilé un hombre para que mi amiga ‘se muerda la lengua’, pero terminé enamorándome perdidamente de él

Life Lessons

¡Inés, has recibido la invitación de Marga!

Sí, pero no pienso ir a esa boda contesté al teléfono, apretando el auricular con fuerza.

¿Cómo que no? ¡Si es nuestra amiga! Además, será una boda de ensueño, se casa con un extranjero. ¡Celebración en el mejor restaurante de Madrid! exclamó Julia, con esa voz suya que nunca admitía un no por respuesta.

No, no tengo con quién ir. Sabes cómo está todo con Javier. No voy a presentarme sola, Marga se reirá de mí, ¡tú la conoces!

Vale, esta tarde paso por tu casa. Ya se nos ocurrirá algo dijo Julia antes de colgar.

Con Marga y Julia había compartido tantos años desde el instituto. Con Julia seguía siendo inseparable, pero Marga Marga se había marchado al extranjero hace años, y ahora, de pronto, anunciaba su boda con ese hombre que ni siquiera conocíamos bien.

Marga siempre había sido arrogante, mirando a todos por encima del hombro. Incluso ahora, había insistido en que fuéramos con nuestras parejas. Pero yo no tenía a nadie. Y no estaba dispuesta a ser el blanco de sus burlas.

Julia apareció al anochecer, como había prometido, con esa sonrisa pícara que solo presagiaba locuras.

Inés, ¡lo tengo! Te conseguiremos un novio o un marido. ¿Qué prefieres?

¿Cómo? ¿Qué estás diciendo? Arrugué el ceño, pero ya sentía ese hormigueo de curiosidad. Julia nunca fallaba en sus ideas descabelladas.

Hay agencias donde puedes alquilar un acompañante. ¡Justo lo que necesitamos!

¡No! ¿En serio crees que voy a pedir un hombre como si fuera un traje de alquiler? protesté, aunque mi voz sonaba más débil de lo que habría querido.

No un hombre cualquiera, Inés. Uno presentable, elegante ¡Ya lo he organizado todo! Mañana a las siete te espera frente al cine. Hablarán, acordarán detalles. Él puede fingir ser tu prometido o tu marido, lo que prefieras.

Espera ¿y cómo lo reconoceré? pregunté, perdida. ¿Y cuánto cuesta esto?

Tranquila, no es mucho. Él te reconocerá a ti. Le envié tu foto. ¡Y basta de preguntas! Vamos, hay que elegir tu vestido para la boda.

Al día siguiente, me planté frente al cine, nerviosa. Después de dar vueltas como una tonta, me senté en un banco.

Buenas tardes, ¿eres Inés? Una voz cálida me sobresaltó. Soy Adrián.

Lo miré de arriba abajo. Julia no había exagerado. Alto, ojos oscuros, una sonrisa que hacía que el corazón se me acelerara.

Tu amiga me explicó todo. No te preocupes, lo haré bien. Esto es para ti dijo, ofreciéndome un ramo de rosas.

No hacía falta musité, sintiendo cómo el calor subía a mis mejillas.

Inés, ¿qué tal si damos un paseo? Cuéntame un poco de ti, para que la actuación sea creíble.

Caminamos horas bajo las farolas de la ciudad. Adrián escuchaba como si cada palabra mía fuera importante. Antes de despedirnos, anotó mi dirección.

Te espero el sábado dijo con un guiño.

Esa noche no pude dormir. ¿Qué hacía alguien como él en un trabajo así?

El sábado, su llamada me sacó de mis pensamientos.

Inés, ¿lista? Llego en diez minutos.

Al verlo frente a mi portal, casi me desmayo. Adrián, impecable en un traje oscuro, junto a un coche que brillaba bajo el sol. Respiré hondo.

Buenos días, cariño dijo, abriendo la puerta con una sonrisa. ¿Qué tal lo hago?

De Oscar me reí, subiendo al coche.

La boda fue tan lujosa como Marga había prometido. Su sonrisa de satisfacción se congeló al verme con Adrián. Su futuro marido, aunque extranjero, era el doble de viejo que ella, calvo y con una barriga que no disimulaba ni el mejor traje.

Yo, en cambio, disfrutaba cada segundo. Adrián no se separó de mí ni un momento, sus miradas y sus palabras eran solo para mí.

¿Contenta? susurró Julia en un descanso.

Mucho. Gracias.

¿Y Adrián? ¿Te gusta?

Demasiado. Pero mañana ni se acordará de mí suspiré, deseando que la noche no terminara nunca.

Inés dijo Adrián de repente, ¿has visto Madrid de noche?

No suelo dormir a estas horas sonreí.

Pues es una pena. ¿Quieres escaparte y que te lo enseñe?

Nos despedimos de los novios con excusas rápidas. Marga me lanzó una mirada venenosa cuando Adrián me abrazó, llamándome “mi amor” con una naturalidad que me dejó sin aliento.

Recorrimos la ciudad bajo las estrellas. Él conocía cada rincón, cada historia. ¿Cómo podía alguien así trabajar de acompañante?

Al amanecer, me dejó en mi portal.

Ha sido un placer, Inés. Eres increíble.

Gracias ¿Cuánto te debo?

Nada. Julia ya se ocupó.

En casa, rompí a llorar. Me había enamorado. Y era absurdo.

¿Todo bien? preguntó Julia al día siguiente.

Horrible.

¿Tan bien te cayó?

Demasiado bien. No puedo alquilarlo para siempre.

Pues espera a ver esto rió. Esta noche voy a tu casa.

Al anochecer, el timbre me sobresaltó. Abrí la puerta y ahí estaban: Julia y Adrián.

¡Sorpresa! gritó Julia abrazándome. Te presento a mi hermano, Adrián, al que siempre te negaste a conocer.

¿Esto es una broma? tartamudeé, mirando a Adrián.

Sí rio él. ¿Cómo si no iba a conocerte? Eres más ter

Rate article
Add a comment

3 × 3 =