Alquilé un hombre para que mi amiga muriera de envidia, y terminé enamorándome perdidamente de él

Life Lessons

**Diario Personal**

Hoy recibí una llamada de mi amiga Julia.

Inés, ¿te ha llegado la invitación de boda de Rita? preguntó.

Sí, pero no pienso ir respondí con sequedad.

¿Cómo que no vas? ¡Es nuestra amiga! Además, será una boda de lujo. Se casa con un extranjero y todo será en el mejor restaurante insistió Julia.

No, no tengo con quién ir. Sabes que con Iago todo terminó. Ir sola sería humillante, Rita se burlaría de mí.

Tranquila, esta tarde paso por tu casa. Ya encontraremos una solución dijo Julia antes de colgar.

Con Julia y Rita compartí años de amistad desde el instituto. Con Julia seguimos siendo inseparables, pero con Rita perdí el contacto cuando se fue al extranjero. Ahora, de pronto, anuncia su boda. Rita siempre fue presumida y altiva. Incluso ahora, nos invita a la boda con nuestras parejas. Pero yo no tengo a nadie, y la idea de ser el hazmerreír de Rita me paraliza.

Al caer la tarde, Julia llegó con una idea descabellada.

¡Lo tengo! Vamos a buscarte un novio o mejor, un marido. ¡De alquiler!

¿Qué? ¿Un qué? casi me atraganto.

Julia siempre fue una soñadora. Para ella, no hay problemas sin solución.

Hay agencias donde puedes contratar un acompañante. ¡Es justo lo que necesitas!

¡Ni loca! ¿Pedir un hombre por encargo? protesté.

No es un cualquiera, Inés. Será elegante, educado, con un coche impresionante. ¡Humillaremos a Rita! Además, ya llamé y todo está arreglado. Mañana a las siete te espera frente al cine.

¿Y cómo lo reconoceré? ¿Cuánto cuesta esto?

No te preocupes, no es caro. Él te encontrará. Le envié tu foto. ¡Y ahora, vamos a buscar tu vestido!

Al día siguiente, me planté frente al cine, nerviosa. Un hombre alto y apuesto se acercó.

Buenas tardes, ¿eres Inés? Me llamo Álvaro.

No pude evitar sonrojarme. Julia tenía razón: era guapo, con una sonrisa que desarmaba.

Tu amiga me explicó todo. No te preocupes, haré bien mi papel dijo, entregándome un ramo de flores.

No hacía falta murmuré, turbada.

Pasamos horas paseando por Madrid. Me habló de sí mismo con naturalidad, como si realmente le importara conocerme. Anotó mi dirección y me aseguró que el sábado me recogería puntual.

Cuando llegó el día, casi me desmayo al verlo. Vestía un traje impecable, junto a un coche de lujo. Su sola presencia me dejó sin aliento.

Buenos días, cariño dijo con una sonrisa pícara. ¿Cómo lo llevo?

De Oscar reí, subiendo al coche.

La boda fue tan ostentosa como esperaba. Rita me recibió con una sonrisa falsa que se desvaneció al ver a Álvaro. Su prometido, un extranjero mayor, calvo y con sobrepeso, palidecía ante la elegancia de mi “marido”.

Álvaro no se separó de mí en toda la noche. Ni una mirada a otras mujeres. Julia me susurró al oído:

¿Contenta?

Mucho. Pero mañana todo habrá terminado suspiré, con un nudo en la garganta.

Álvaro, sin embargo, tenía otros planes.

¿Alguna vez has visto Madrid de noche? preguntó.

No, suelo estar durmiendo respondí, risueña.

Pues es una lástima. ¿Quieres escaparte?

Nos despedimos de los novios con excusas banales. Rita me lanzó una mirada envenenada mientras Álvaro me envolvía en un abrazo protector.

Toda la noche recorrimos la ciudad bajo las estrellas. Habló de libros, de viajes, de sueños. No parecía un actor, sino un hombre culto, sincero.

Al amanecer, me dejó en mi portal.

Ha sido un placer conocerte, Inés. Eres increíble dijo con dulzura.

Gracias ¿Cuánto te debo?

Nada. Julia ya se encargó.

Entré en casa con el corazón roto. Me había enamorado de un fantasma.

Horas después, Julia llamó.

¿Todo bien? preguntó, maliciosa.

Horrible confesé. Me gusta. ¿De qué sirve? No lo puedo alquilar para siempre.

No sufras. Esta noche espéranos colgó sin más explicaciones.

Esa noche, el timbre sonó. Abrí la puerta y allí estaban: Julia y Álvaro, con una botella de cava y una sonrisa de oreja a oreja.

¡Sorpresa! gritó Julia. Te presento a mi hermano, Álvaro. El mismo al que siempre te negaste a conocer.

¿Esto es una broma? pregunté, atónita.

Sí confesó Álvaro, abrazándome. Había que ser creativo contigo.

Hoy llevamos quince años casados, dos hijos y una vida llena de risas. Cuando los niños preguntan cómo nos conocimos, Álvaro me guiña un ojo y responde:

En la boda de una amiga de mamá.

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