Tu riqueza debe reflejarse en tus regalos replicó la suegra.
Sois más ricos que Sofía, así que vuestros regalos deberían estar a la altura refunfuñó la suegra.
No tengo ni idea de qué regalarle a mamá dijo pensativo Daniel, dejándose caer en el sofá junto a su mujer.
Lucía se encogió de hombros. Elegir un regalo para su suegra siempre era complicado.
Las relaciones con Carmen López habían sido tensas casi desde el primer día.
Daniel había entendido la postura de su madre, así que, tras hablar con su esposa, decidieron mantener cierta distancia.
Nadie le debía nada a nadie. Unas pocas llamadas y reuniones familiares, si les apetecía, eran todo el contacto que mantenían.
Este año, Carmen había decidido celebrar su cumpleaños e invitó a gran parte de la familia, incluida la joven pareja.
En realidad, mamá dijo que estaría contenta con cualquier regalo recordó de pronto Daniel.
Siempre dice eso, y luego pone mala cara respondió Lucía, frunciendo el ceño. ¡Tu hermana puede regalarle cualquier cosa, pero nosotras no!
Recordaba perfectamente las críticas que Carmen López les había hecho sobre cada regalo anterior.
¿Te acuerdas del Día de la Madre? Le regalamos un costoso set de cosméticos, ¿y cómo reaccionó? Lloró y nos reprochó que la creyéramos vieja y poco atractiva suspiró Lucía. Los únicos regalos que valora son el oro o la tecnología, porque puede calcular su precio.
¿Y si la llamo para preguntarle qué le gustaría? dudó Daniel.
Como quieras respondió su mujer, negando con la cabeza.
Buscando la solución fácil, Daniel marcó el número de su madre.
Hijo, no necesito nada. Con que vengáis, será suficiente respondió Carmen con dulzura.
¿Segura, mamá? ¿No te enfadarás? insistió Daniel.
¡Claro que no! Cualquier detalle me hará feliz rió ella. Daniel decidió creerle.
Mamá dijo que podemos regalarle lo que queramos le contó a su esposa.
Lucía lo miró con escepticismo. No confiaba en las palabras de su suegra.
Sin embargo, como Daniel insistía en elegir el regalo, cedió.
Propongo una aspiradora robot, para que no tenga que andar con la escoba sugirió Lucía, después de revisar su presupuesto.
La pareja se puso de acuerdo. Compraron un regalo de mil euros para Carmen López y partieron tranquilos hacia la celebración.
La cumpleañera recibió a su hijo y su nuera con una sonrisa que se desvaneció al ver la caja con la aspiradora.
¿Por qué esto? refunfuñó, decepcionada. Hijo, guárdalo en la habitación.
Lucía observó a su suegra, sorprendida por su reacción.
Poco después, la hermana de Daniel llegó con su marido. Abrazó a su madre con entusiasmo.
¡Mamá, esto es para ti!
¡Gracias, cariño! ¡No podíais haber acertado mejor! exclamó Carmen, abrazándola con fuerza.
Curiosa, Lucía se preguntó qué valioso regalo había emocionado tanto a su suegra.
Para su asombro, Sofía le había regalado un simple estuche de cosméticos que no superaba los veinte euros.
Intercambió una mirada con Daniel, que también había visto el regalo de su hermana.
Por la expresión de su marido, supo que estaba profundamente decepcionado.
Durante horas, Daniel contuvo su enfado, pero cuando Carmen siguió elogiando el regalo de su hija, estalló.
Mamá, ¿podemos hablar? la llevó aparte.
¿Qué pasa? preguntó ella, acercándose.
¡Que esto no tiene sentido! Te pregunté qué querías. ¿Recuerdas tu respuesta?
Claro que sí
¿Entonces por qué esa cara con nuestro regalo? Mientras no paras de alabar un detalle barato replicó Daniel, amargado. No me digas que me lo imagino.
No voy a mentir. Vosotros ganáis más que Sofía, así que vuestros regalos deberían ser mejores gruñó Carmen.
¿Y según tú, qué damos? ¿Basura? ¿Quieres que pongamos el ticket de compra en cada regalo? preguntó Daniel, irritado.
¡Basta ya! cortó ella, deseando terminar la conversación. ¿Qué le voy a hacer si el regalo de Sofía me gustó más?
¿Porque no sabes cuánto cuesta el nuestro? dijo Daniel con sarcasmo. Por si te interesa, mil euros.
¿Tan caro? fingió sorpresa Carmen.
Pero rápidamente buscó una excusa.
¿Sabes por qué valoro más los regalos de tu hermana? Porque dan lo que pueden, mientras que vosotros lo hacéis sin pensar declaró bruscamente.
¿En serio, mamá? Daniel se llevó las manos a la cabeza.
¿Parece que bromeo? Con vuestros ingresos, podríais haberme llevado a un balneario dijo, erguida.
Daniel la miró fijamente, sin palabras.
¿De verdad crees que el dinero nos llueve del cielo? gritó de pronto.
Su voz alertó a Lucía y Sofía, que se quedaron paralizadas en la puerta.
Sofía entendió antes que Lucía el motivo del alboroto y saltó en defensa de su madre.
Mamá no quería una aspiradora, quería un humidificador. El suyo se rompió hace tres días. Si os importara su vida, lo sabríais replicó su hermana.
¡Le pregunté qué quería! rugió Daniel. ¿Estáis de broma? ¡Desde hoy, ni un regalo más! Nos esforzamos por complacerla, y solo recibimos críticas. La aspiradora no basta, ahora quiere un humidificador. ¡Perdón por decepcionaros! ¡Vámonos! le dijo a Lucía.
Carmen se derrumbó entre lágrimas mientras Sofía la consolaba. La pareja abandonó la casa con el rostro tenso.
Daniel cumplió su promesa. Para evitar más disgustos, dejó de asistir a reuniones familiares, alejándose así del estrés.







