**Diario Personal**
No puedo creerlo. ¡Mi mejor amigo es el padre de Alejandro! Llevo más de cuatro años cuidando a mi hijo sin imaginar que no es mío.
Lucía y Víctor se amaban desde el instituto. Tras graduarse, él entró en la universidad de aviación en otra ciudad. Lucía no pudo seguirlo, pero hablaban por teléfono cada día.
Cuando Víctor empezó sus vuelos, los celos de Lucía crecieron. Las azafatas le parecían una amenaza. Fue a visitarlo para reconciliarse, pasaron una noche maravillosa, jurándose amor. Pero a la mañana siguiente, Lucía vio un mensaje de una azafata preguntándole cuándo volverían a volar juntos y diciendo que con él se sentía más segura.
Los celos la consumieron. Discutieron, y ella regresó a casa llorando.
A Víctor le ofrecieron un trabajo en el extranjero: buen sueldo, futuro prometedor. Dudaba cómo decírselo a Lucía, pero tres semanas después, ella le anunció su embarazo.
Se casaron en una boda espectacular, con medio pueblo celebrando. Víctor renunció al trabajo fuera por ella.
Tras la boda, se mudaron a Madrid. Con la ayuda de su madre, compraron un piso grande con hipoteca. Víctor trabajaba sin descanso para mantener a la familia.
“¡Si hubiera ido al extranjero un año! ¡No estaría atado a este trabajo! ¡Ya habría ascendido!”, protestaba él.
“¡Claro, Víctor! ¡Yo aquí con el niño y tú divirtiéndote con azafatas!”, replicaba ella, nerviosa.
Las peleas eran constantes. Lucía revisaba su teléfono tras cada vuelo. Tras tres años, Víctor dejó de volar y empezó a trabajar como instructor. Los fines de semana, conducía un taxi.
Renunció a sus sueños por ella. Quería ser el mejor padre y marido.
Un día, Víctor retrasó un pago de la hipoteca. Buscando el contrato en casa, encontró algo más: una prueba de paternidad.
**Resultados:** Alejandro Víctor Martínez. Posible padre: Andrés Bonilla Sánchez. Probabilidad: 99%.
No lo podía creer. ¡Su mejor amigo era el padre de su hijo!
Esa noche, Lucía llegó feliz, pero él estaba distante.
“¿Qué pasa, cariño? ¿Algo en el trabajo?”, preguntó ella.
“No tengo ganas de hablar”, contestó él, yéndose a la habitación.
Lucía lo siguió, exigiendo explicaciones.
“¡Eres mi esposa! ¿Cómo pudiste callar esto? ¡Dejé todo por ti!”, gritó Víctor.
Ella palideció. *¿Lo sabe? ¿Cómo?*
Dos meses después, Víctor seguía destrozado. Andrés siempre había estado enamorado de Lucía. Incluso después de casarse, la invitaba a bailar en las fiestas.
La madre de Víctor lo sospechaba desde el principio. Alejandro tenía un lunar en el cuello, igual que Andrés. Ella hizo la prueba en secreto y confrontó a Lucía.
“¡Eres una sinvergüenza! ¡Arruinaste la vida de mi hijo!”, lloró.
Lucía suplicó: “Fue un error. Andrés y yo una noche. No quería perderte. ¡Por favor, no le digas a Alejandro!”.
La suegra se fue, destrozada. Lucía escondió el resultado, esperando que Víctor nunca lo encontrara.
Pero lo hizo.
Víctor se fue de casa. Alejandro lloraba preguntando por su padre.
Lucía lo llamó, suplicando.
“Habla solo de nuestro hijo. Te amaba, pero lo destruiste todo”, dijo él, colgando.
Víctor retomó sus vuelos. Se divorció, pero siguió enviando dinero y regalos a Alejandro. Nunca le dijo a Andrés la verdad.
Lucía vivía bien: piso grande, dinero, coche. Pero el amor se había esfumado.
Intentó recuperarlo, pero fue inútil. Víctor, desconfiado, tardó años en volver a amar.
¿Hizo bien Lucía ocultando la verdad? ¿Y tú? ¿Qué habrías hecho en su lugar?







